La otra tarde Carlos y Rosa fueron a comprar, y como no quieren dejar a Kika sola en el coche la llevaron en su caja-transporte. Para calmar a Kika cuando se pone nerviosa, Rosa la acaricia a través de las ventanas de su caja y por lo general Kika agradece el gesto, menos la otra tarde que Kika mordió a Rosa en un gesto de protesta absoluta por andar dando vueltas en la caja en vez de estar en casa bajo su sofá.
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