Pero no todo son alegrías. Como si de un cachorro se tratara cuando Kika se queda sola en casa también hace trastadas. Carlos y Rosa tenían que ir de comunión, así que la dejaron en el salón, confiando en que estaría debajo del sofá, su sitio preferido. Pero cuando volvieron a casa, abrieron de golpe la puerta del salón y allí estaba ella, encima del sofá, le faltaba sólo el mando en las patas. Bajó de un salto y se escondió. Y otra vez a lavar las fundas de Ikea porque Kika se había hecho pis dos veces.
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