El otro día fui a cenar a casa de mi hermana. Primero hicimos la compra y luego, una vez en casa ella y Carlos prepararon la cena.
Mientras tanto, yo en el salón intentaba que Kika jugara conmigo un rato:
- ¡Vamos Kiki!, ¡sal a saludar a la tía Ruti! Ni caso, donde esté un perro…que se quiten las liebres.
Pero cuando empezamos a cenar, Kika salió de su escondite y empezó a recorrer el salón con sus pequeños saltitos de un lado para otro, si te descuidabas la tenías a tu lado quieta, esperando que dejaras caer una mano para lamerte y poder notar tu calor.
Mientras tanto, yo en el salón intentaba que Kika jugara conmigo un rato:
- ¡Vamos Kiki!, ¡sal a saludar a la tía Ruti! Ni caso, donde esté un perro…que se quiten las liebres.
Pero cuando empezamos a cenar, Kika salió de su escondite y empezó a recorrer el salón con sus pequeños saltitos de un lado para otro, si te descuidabas la tenías a tu lado quieta, esperando que dejaras caer una mano para lamerte y poder notar tu calor.

No hay comentarios:
Publicar un comentario